Como DJ, siempre me ha fascinado el mundo del scratching. Es un arte que requiere un alto nivel de habilidad y precisión, algo que siempre me ha cautivado. Para mí, la cultura del scratch representa la intersección de lo antiguo y lo nuevo. Por un lado, el scratch está impregnado de tradición y existe desde hace décadas. Por otro, es un estilo de DJ en constante evolución que se ha adaptado a las nuevas tecnologías y tendencias.
También me encanta el sentido de comunidad y colaboración que parece existir en la cultura del scratch. Los DJ siempre se empujan unos a otros a ser mejores y a probar cosas nuevas, y este espíritu competitivo ha ayudado a impulsar las cosas. Creo que la cultura scratch representa lo mejor del DJing: una combinación de habilidad técnica, expresión creativa y comunidad. Requiere dedicación y trabajo duro, pero también parece muy divertido.
Dicho esto, nunca había probado a hacer scratching. Como DJ, siempre me he centrado más en mezclar y combinar pistas que en manipularlas. Mi estilo incorpora de forma natural muchos cortes, así que siempre pensé que el scratching se basaría en técnicas hacia las que me inclinaba de forma natural.
Así que cuando Pioneer DJ me propuso el reto de aprender a hacer scratching, aproveché la oportunidad. Tenían curiosidad por ver qué progresos podía hacer un DJ sin experiencia previa en scratching en sólo 12 horas.
Dividimos el tiempo en dos días, que culminarían conmigo grabando una última rutina de actuación de dos minutos para mostrar lo que había aprendido. Desde fuera, el mundo del scratching y el turntablism puede parecer un poco intimidante; el objetivo de este reto era romper algunas barreras mostrando lo que se podía conseguir en cuestión de horas. Y para hacer las cosas aún más interesantes, decidimos que aplicaría las técnicas de scratch que había aprendido a mi estilo habitual de música de club y DJ.
Aprendería de Cutmaster Swift, antiguo campeón del mundo de DMC, que lleva décadas siendo una figura importante en la escena británica del turntablism. El plan no era establecer un límite de tiempo súper estricto ni nada por el estilo: iba a aprender y practicar durante «aproximadamente 12 horas». En cualquier caso, el reto pretendía ser un ejemplo divertido y, con suerte, inspirador para los DJ que sienten curiosidad por el scratching, o quizá incluso aspiran a alcanzar el nivel de un DJ legendario como Cutmaster Swift.
A pesar de lo emocionada que estaba, tenía cierta inquietud por aprender a hacer scratching. Sabía que iba a ser un camino difícil y no estaba seguro de estar preparado. Pero estaba decidida a salir de mi zona de confort y ver hasta dónde podía llegar. Reconozco que no tenía ni idea de lo que me esperaba. Siempre había admirado la destreza y precisión de los DJ de scratch, pero no estaba seguro de si sería capaz de aprender las técnicas en tan poco tiempo…