A veces, grabar una mezcla puede resultar estresante. Pero con una planificación clara y las mejores prácticas en mente, debería ser un proceso divertido y productivo.
Para la mayoría de los DJ aficionados, mezclar es un estado de juego, una forma de desconectar y conectar con la música, solos o con amigos. Si llevas un tiempo mezclando, los movimientos surgen de forma natural. Puede ser fácil entrar en una zona en la que actúas sin pensar, pinchas la música que te gusta y tomas decisiones y conexiones de forma medio consciente, que incluso pueden sorprenderte en el momento. Este estado relajado de creatividad es una de las razones por las que nos encanta pinchar.
Sin embargo, grabar una mezcla puede ser otra historia. De alguna manera, una vez que pulsas el botón rojo, todo puede volverse muy poco relajante. La simple pregunta «¿Qué me apetece escuchar ahora mismo?» se sustituye por pensamientos angustiosos como «¿Es éste realmente mi sonido como DJ? ¿Me gusta alguna de estas canciones? ¿Por qué es tan difícil?
Incluso los DJ más experimentados se van al infierno y vuelven grabando una hora de música con la que se sienten a gusto. Es habitual, aunque un poco insano, hacer docenas de tomas en busca de una mezcla sólida. Al final, todo puede parecer más una tarea de Sísifo que un divertido proyecto de fin de semana.
Estamos aquí para decirte que no tiene por qué ser así. Tanto si estás grabando una mezcla para una serie de podcasts, para compartirla con unos amigos o simplemente para escucharte a ti mismo y perfeccionar tu arte, el objetivo debe ser un proceso divertido y productivo.
Aquí tienes algunos métodos sencillos para conseguirlo.